PARROQUIA PURISIMA CONCEPCION
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DIALOGO CON LA PALABRA CICLO B

Una homilia debe ser un diálogo con la Palabra. Dios con su Palabra dialoga con nosotros. Los signos de los tiempos hacen que la Palabra resplandezca ante nuestros ojos y nuestros oidos. El Espíritu de Dios lo hace. No escuchar esta Palabra es privarse de un enorme caudal de Sabiduría y Gracia. 

  A parte de la homilia, los jueves por la noche a las 21horas, se va leyendo de manera explicativa la Biblia de manera progresiva desde hace año y medio.

JUEVES SANTO

    Realmente este hombre es el Hijo de Dios. Así hablaba el centurión romano al contemplar cómo había muerto Cristo Jesús. Él es el verdadero rostro de Dios. Ese es Jesús. Por eso debemos abrir nuestros oídos a su Palabra estos días. Porque estamos como el Evangelio de Marcos nos indica, en la cumbre de la Revelación, la conmemoración de la muerte y de la Resurrección de Jesús.

    ¿Quién es el Dios de los Evangelios más allá de lo que la religión nos enseña?  A esta pregunta nos responderán las Escrituras en esta Pascua Sagrada de 2024.

    1. El Dios del Evangelio es la causa de que celebremos una fiesta. Porque Dios nos libera. Por eso nos pone en fiesta, nos invita a comer y a brindar. Dios no es causa de un duelo permanente, ni una fuente perpetua de mortificación. Hasta la penitencia, la transforma en una fuente de gozo permanente cuando nos sonríe con su misericordia. Por eso cuando imitamos la antigua alianza, con sus manifestaciones, nos equivocamos de todas todas. La Nueva Alianza vive la penitencia como nos enseña la parábola del hijo pródigo. Y eso es una fiesta que termina en banquete. La Pascua es una cena sublime. Tanto en la Antigua Alianza como en la Nueva. Dios es fiesta porque la liberación hay que festejarla.

    2. El Dios del Evangelio es causa de conversión, de transformación verdadera de la vida. Los hebreos y el salmista, lo dejan bien claro. Hay un antes y un después del paso de Dios por su vida. Pascua es paso. Pues el paso de Dios nos transfigura de verdad. No es una ideología inane. Es un motor que moviliza todo lo que somos y nos renueva, lo hace todo nuevo. Dios no es un concepto, es un ser personal que con su trato, al enamorarnos, cambia nuestras vidas para bien. 

    3. El Dios del Evangelio es amor hasta el Extremo. El evangelio no deja lugar a dudas. No es un amo Dios, sino un servidor. El que nos lava los pies. ¿Dónde está el todopoderoso cuerta_cuellos del AT?. Aquí no existe tal cosa. El Dios del Evangelio no es un amo es un amor. Es el amor sin medida. San Juan hoy da cuenta de ello.

    4. El Dios del Evangelio es una memoria viva de ese amor que no cesa, que es el mismo ayer, hoy y siempre. Dios es una liturgia viva que actualiza permanentemente ese amor que todo lo trasciende, todo la invade y todo lo penetra. En cada acto litúrgico Dios vuelve tradicional su amor y lo convierte en memoria viva de modo que nada, ni nadie puede separarnos del amor que derrama sobre nosotros en Cristo Jesús. La Eucaristía y el Sacerdocio (y realmente todos los sacramentos) son eso: El amor de Dios con nosotros hoy. Pablo lo explica estupendamente.

    5. El Dios del Evangelio es un ejemplo moral sublime: “amaos unos a otros como yo os he amado”. El es un servidor, no actúa como un Señor. Está a nuestros pies, lavándonos, como un criado. No actúa como un señorito al uso. No actúa como un amo, sino como un amor. No es un jefe, ni un superior, se hace maestro amando y nos pide que renunciando al afán de poder, avancemos por la senda de la verdadera fraternidad con paso firme. El Dios del Evangelio es quien siempre nos mueve a amar. Quien no se cansa de educarnos en la ética del amor. Amor a los demás, a ti mismo y al mismo mundo. Amor al Dios que nos ama, amando a todos y cada uno de los que existen. Juan ha sido hoy certeramente claro.

    ¿Os quedáis hoy deseosos de saber más de este Dios sublime que se revela en el Evangelio? No os apresuréis, la paciencia todo lo alcanza. Mañana más. Pues hoy hemos empezado la gran celebración pascual que se extenderá durante estos tres hermosos días.

 

DOMINGO DE RAMOS

    Cuando sufrimos nuestra relación con Dios puede resentirse. No son pocas la personas que cuando lo pasan mal se pelean con Dios. Asociamos tener cerca a Dios con pasarlo bien. Y en cambio cuando sufrimos solemos pensar que Dios nos ha abandonado, que nos deja solos o nos castiga por algún motivo, aunque no sepamos cuál. Leyendo el libro de Job, eso se descubre enseguida. 

    Pero estamos muy equivocados. No estamos lejos de Dios cuando sufrimos. Pablo lo explica claramente. El Dios de Jesús es totalmente distinto al que otras religiones plantean. Pues para ellas, si Dios está contigo todo te va bien en la vida. Pero el Dios de Jesús se hace presente de otro modo para los que sufrimos. Isaías lo ha dicho muy bien: El es una palabra de aliento. 

    Consideremos como sufrimos. Cuando padecemos porque nos duele nuestro cuerpo o nuestra mente, Cristo Jesús, está contigo, porque Él ha pasado por eso: su cuerpo era un puro dolor, su mente estaba cercada por la ansiedad tanto en Getsemaní, como en el Golgotha con todo su arduo camino. Cuando sufrimos por el trato que nos dan los demás: por sus juicios injustos, sus burlas, su vinagre, sus traiciones o sus negaciones, por dejarnos solos, por abandonarnos, por considerarnos criminales sin serlo, por su maltrato, o incluso en ocasiones por asesinarnos, Cristo Jesús, está a nuestro lado. Porque Él ha pasado por todo eso y con creces. Y toda la pasión, y el oráculo del profeta así lo testimonian. Y también lo señala Pablo. Cuando sufrimos porque el mundo es injusto con nosotros de cualquier manera, pensad como trató a Cristo Jesús en plena juventud y además siendo un cielo de persona, también en esas situaciones, cuando el caos de la vida te golpea, Cristo Jesús está contigo y tú con Él. Cuando sufres porque la Iglesia te da la espalda o cuando la religión te margina, y te considera un maldito, un blasfemo, un error, cuando busca eliminarte presionando a quien pueda para lograrlo, has de saber que Cristo Jesús está contigo. Porque Él paso por eso, y fue atropellado por un universo religioso pernicioso y oscurantista. ¡NO! Cuando sufrimos Dios no está lejos de nosotros. Al contrario, nos habita. 

    En ese trance debemos aprender de Jesús. Los sentimientos nos juegan malas pasadas. A Él le pasó en su proceso: en Getsemaní, en su pasión y su muerte. Pero rezó con el salmo 21. En ese salmo las emociones brotan a borbotones. En su primera parte el orante estalla en agonía. La describe con mucho vigor. Más en su segunda parte, el tono cambia por completo. Y el sufriente se transforma en un canto de alabanza. El sufrimiento no se revela como absoluto, sino como una realidad relativa y superable. Dios lo hará. Inexplicable y misteriosamente pero lo hace. El mundo y su sufrimiento no tienen la última palabra en la vida. La tiene Dios. Y esto se cumple en Cristo Jesús cuando Él resucita victorioso de entre los muertos al tercer día. El próximo Domingo celebraremos eso. Las emociones presentes no siempre enseñan cuál es la verdadera realidad de las cosas. Dejarse llevar por ellas nos condena a la ceguera de lo finito que se agota en un suspiro trufado de múltiples agonías.  

    Por eso si sufres, no creas que Dios está lejos de ti, ni tampoco te alejes tú de Él. Sigue el consejo del Centurión romano al pie de la Cruz, reconoce a Jesús el Hijo de Dios muerto en la Cruz. Porque Él te dirigirá una palabra de aliento con una fuerza y autenticidad que nadie puede ofrecerte: sufriente que conmigo sufres no temas, supera el impacto de tus emociones, que no quiebren tu fe, Dios está aunque hoy te sientas abandonado, volverás a vivir en plenitud en este mundo, o al otro lado, Dios tiene poder para hacerlo todo nuevo y para revestirte de eternidad. Su palabra nos alienta, porque es una fuente irreductible de esperanza. No sólo no está lejos de ti Dios cuando sufres, es El que hace posible que el impacto del sufrimiento no acabe contigo. El Dios de Jesús es una fuente infinita de resiliencia. Agárrate de su mano cercana y nunca la sueltes. Animo amigos, ánimo. Su palabra hoy para nosotros, es una palabra, como ninguna otra, de un aliento infinito e irreductible. 

 

CUARESMA 5

    Cuando queremos expresar que alguien vive bien, solemos decir: ¡esa persona vive en la gloria!. ¿Qué es lo que nos glorifica a los ojos de Dios?.

    1. Conocer y creer de corazón que Dios es amor. Que nos perdona y no se acuerda de nuestros pecados, como enseña el profeta hoy y también el salmo.

    2. Proceder conforme a la voz interior que se escucha en nuestro corazón, pues cuando dicha voz nos infunde paz, es la voz de Dios la que nos aconseja. La iglesia no puede ser una fábrica de marionetas. ¿Por qué? ¡Fácil!, las sectas suspenden la inteligencia y la libertad de sus miembros, lo que finiquita la voz interior de sus conciencias, así los vuelven marionetas. La Iglesia por tanto, si pretende convertir en marionetas a sus fieles, quedará convertida ipso facto, en un secta más al uso y será tan perniciosa como ellas. Por eso para glorificarse, para vivir en plenitud, es preciso que cada uno sea el mismo, sin dañar nunca a los demás como después explicaremos. Usar con madurez la propia conciencia, es la garantía de un sujeto verdadero se está relacionando con Dios con autenticidad.

    3. Reconocer nuestra imperfección dada nuestra condición de pecadores. Y por tanto, reconocer que todos estamos en un camino de conversión permanente. Eso nos permite no convertirnos en jueces de los demás. Porque todos tenemos cosas por las que callar. Todos estamos en el banco de los acusados. Cuando oigo algunos curas criticar a sus feligreses, por múltiples motivos, siempre pienso lo mismo: ¿no tendrás tú la culpa de que esos a quienes criticas vivan alejados de la Iglesia dada tu pose avinagrada y oscura? Más nos valdría no creernos superiores a nadie, y ser simplemente testigos de la misericordia de Dios para todos.  Nada más pestilente que un clérigo puritano de pose farisaica criticando sin cesar a los demás, desde su púlpito imaginario. ¿Por qué nos dirá Jesús que perdonemos a los demás si no es porque necesitamos nosotros mismos ser perdonados constantemente?. Los feligreses a veces son ovejas sin pastor, eso es cierto. Pero muchos clérigos, no es que sean ovejas perdidas, es que son cabras montesas que no quieren tener pastor. De ahí su ausencia total de misericordia y su pestilente fariseísmo pietista.

    4. No dejar de orar nunca. La vida no siempre es fácil, basta oír la carta a los Hebreos, y el Evangelio de Juan, para empatizar con Jesús. Todos sufrimos en muchas ocasiones, y nuestras almas andan agitadas en múltiples circunstancias. Las almas agitadas encuentran en la confianza del Padre una esperanza que las fortalece. La oración a la que Cristo Jesús se refiere apunta más a mirar al infinito amor del Padre, que a pedirle que remedie nuestras circunstancias que nos causan dolor y sufrimientos. Vivir es sufrir en muchas ocasiones. Amamos, y amar nos convoca a sufrir, cuando lo amado se ve perjudicado o destruido. Orar, confiar a las manos del Padre todo, infunde esperanza en medio del sufrimiento. No perder la esperanza en medio del sufrimiento es la senda necesaria sin la cual nuestro anhelo de felicidad no puede alcanzar su meta. La oración nutre tal esperanza que nos llena de fortaleza y nos hace pacientes en la tribulación. La oración te hace resiliente.

    5. La renuncia al narcisismo agresivo por naturaleza. La autoestima es otra cosa. No pisas el derecho de los demás, pero tampoco te dejas pisotear. El narcisista pisa a todo el mundo porque piensa que es su derecho poder interrumpir, molestar, insultar o pisotear de cualquier otra manera a los demás. Negarse a sí mismo es negar al super ego narcisista. Jesús aconseja dar la vida por la salvación de todos. Esa es su obra: amar hasta el extremo. El mundo que nace de este amor sin medida, nada tiene que ver con el mundo qué conocemos, que está dirigido por personajes profundamente narcisistas. Será por eso que no vivimos en la gloria. Amar es lo que expulsa al príncipe de este mundo de su tenebroso trono. Y es lo que hace brillar el mundo nuevo que Cristo llama Reino de Dios, y que nosotros ahora definimos como la civilización del amor. 

    Así que esto es muy sencillo hermano: si quieres vivir en la gloria, escucha a Cristo Jesús hoy y vive conforme a su palabra. 

 

CUARESMA 4

    La religión es un sistema humano que pretende encontrar a Dios por sus propios medios. El Evangelio es Dios buscando al hombre y regalándosele gratuitamente en Cristo Jesús y en el Espíritu. En la religión los intereses humanos pesan demasiado. En el Evangelio es Dios quien cuenta. Por eso las visiones de Dios que emergen de la religión y el Evangelio no siempre coinciden. De hecho a Cristo la religión le mató y le acusó de blasfemo y de hereje para poder justificar su deseo de acabar con Él.

    Hoy todo esto se detecta con mucha claridad al escuchar los textos sagrados de este domingo. El Dios que en la primera lectura trata de desembarazarse de los estereotipos religiosos hebreos lo que nos enseña es que cuando le damos la espalda nos granjeamos la destrucción. Pero no por castigo y condena como el lenguaje veterotestamentario se empeña en afirmar, cayendo en un antropomorfismo de lo divino, donde a Dios se le ve como a un ser justiciero y vengativo al modo humano. Como si Dios fuese capaz de desear la destrucción de sus hijos. Porque estos se han negado a obedecer sus mandatos. Esa visión primitiva de Dios, se viene abajo al escuchar a Jesucristo. Ese no es un Dios, es un ídolo, y por eso Dios se queja amargamente. Si bien, una cosa queda clara dado que el Dios verdadero quería darse a conocer aun cuando no se le entendiera: cuando le damos la espalda a Dios y a su sabiduría, no respetamos la libertad de los demás porque nuestra soberbia y egoísmo lo impiden; no trabajamos por que reine la igualdad hija de la búsqueda del bien común, llevados de una torcida interpretación que confunde libertad con egoísmo; no construimos la fraternidad sino la selva donde el más fuerte, no usa su fortaleza para ayudar a los demás sino para devorarlos. El Evangelio nos enseña que cuando le damos la espalda a Dios, la autodestrucción está servida. El Evangelio esclarece cuanto de bueno y luminoso hay en el AT más allá de los prejuicios religiosos en que muchas veces los seres humanos pretenden encasillarlo.

    Y es que Dios no es el que juzga, castiga y condena. Dios es el que ama, el que salva, el que quiere regalar a todos la vida eterna, aún a costa de tener que sufrir por ello la cruz, y padecer en ella una muerte cruel y horrorosa, al par que injusta. Dios es amor hasta el extremo. Amor sin medida. Eso asombra a Nicodemo, que por fin entiende el 4º cántico de Isaias donde se nos habla del siervo sufriente de YHWH. Y descubre que los caminos del Señor no son los nuestros, y que tan alto como está el cielo respecto de la tierra, están alejados, los caminos de Dios de los nuestros. La religión no cree en el Dios que es amor, sino en el Dios que es amo. Un dios que juzga, condena y castiga, y que lejos de tener pasión por salvarnos, y regalarnos la vida eterna, se complace en ponernos las cosas muy difíciles y complicadas, para que sean pocos, y no muchos los que puedan recibir de Dios la salvación. Amo y Amor son incompatibles. El Evangelio afirma lo segundo. Y lo demás, simplemente es la visión incompleta de la antigua alianza que mas que adorar al Dios verdadero veneraba a un ídolo alejado del Padre de la parábola del Hijo Pródigo.

    Pablo lo entenderá perfectamente en la carta a los Efesios. Dios ama gratuitamente. Dios regala su salvación a quien la quiera recibir, con esa grandeza de amor eterno pretende seducirnos para amar a los demás del mismo modo. De modo que cuantos más mejor puedan gozar de semejante plenitud. La religión no regala nada, no sabe de gratuidades, impone códigos morales, amenaza, no suscita confianza, infunde miedos, no siembra paz sino inquietud, no ama, odia. A la religión muchas veces parece que le gusta que los infiernos estén llenos. A la religión no le gusta que “todos” se salven, sino sólo algunos, y a poder ser los de siempre. Más allá de ironías, hasta el mismo Pablo, se ve desbordado por tal grandeza de amor, y muchas veces lo reconoce en sus escritos, y un poco más adelante, en esta carta lo reconocerá de una manera extraordinaria. Su estrecha conciencia farisea no deja de estallar constantemente y eso es lo que con claridad se percibe en sus cartas. Y a veces estalla de tal modo que él mismo no sabe explicar con palabras lo que está viviendo de una manera clara. Pablo es así es así el prototipo de como una persona religiosa puede cambiar y transformarse en una página viva del Evangelio. 

    Así que convirtámonos de veras: demos la espalda al universo religioso y sus múltiples estrecheces y caminemos con paso firme por la senda del Evangelio que nos abre a la experiencia del amor vivo y eterno de Dios, y aprendamos a amar a todos, como Él nos ama.   

 

CUARESMA 3

    Hoy la Escritura pone ante nuestros ojos una revolución. Por una parte se nos ofrece el decálogo, con todas sus negaciones y prescripciones, que Moises, atribuye al mismo Dios. Dios es un amo, y por eso manda, amenaza con castigos y condenas, y pone ante nuestros ojos severos juicios en el horizonte.

    Lo cierto y verdad es que el mensaje que se nos regala es incuestionablemente cierto, aunque Jesús lo mostrará de un modo totalmente nuevo. Pues todo lo hace Nuevo. Vino nuevo para odres nuevos. 

    Ama a Dios, no lo niegues porque tiene derecho a existir y a ser quién es, y no tiene porqué ser presentado como un ídolo cualquiera. Usar su nombre en falso, no es decir simplemente palabras vacías para insultarle, sino decir en nombre de Dios lo que Él no ha dicho, poner en su boca mandatos que Él no impone. Tomar el nombre de Dios en falso es estrellar aviones con edificios en su nombre. Y considerarse mártires por semejante locura. Descansar es algo sagrado, porque Dios nos ha hecho no para ser esclavos sino para vivir en plenitud. 

    Ama al prójimo, honra a tu familia y no los dañes nunca, no destruyas la vida, no traiciones a quien cree en tu fidelidad (nada se nos dice de la impureza sexual obsesiva que será incluida en el decálogo a posteriori, cuando el texto original, sólo habla de adulterio, que es algo mucho más serio que otras acciones que se incluyen en la formulación actual de este mandamiento), no mientas para ensuciar el nombre de los demás, no robes lo que no es tuyo, y evita la envidia en cualquiera de sus formas, porque nace de tu falta de autoestima, es la consecuencia estúpida de una herida que no se cura de esa forma, o sea: haciendo daño a los demás. 

    Nueve, como nueve, son las bienaventuranzas, con las que Jesús les responderá enseñando no negativas, sino invitaciones a ser dichoso, a vivir en plenitud, a ser feliz y bienaventurado. Todo el Sermón de la Montaña, será la manifestación plena del verdadero sentido de la ley mosaica. Y es que Dios no es un amo, es Amor. Y por eso resonará de manera tan diferente al decálogo, porque quién ama, cumple y vive, la ley entera, pues la ley que a Dios le agrada la resumió muy bien San Agustín: “Ama y haz lo que quieras”. Jesús lo dijo con su genial autenticidad: “Amaos unos a otros como Yo os he amado”. Y es que como Él nos ha amado, nadie nos ha amado. Su medida del amor es el amor sin medida como enseñará San Bernardo.

    Por eso el Evangelio de hoy es revolucionario: la religión es puesta en tela de Juicio por el Evangelio. Ese templo ante el que yo no pude rezar el día que estuve en Jerusalén, expresión de lo religioso en grado sumo, el monoteísmo que cómo el politeísmo ve a Dios como un Amo, está totalmente alejado del Evangelio. La Antigua Alianza ha terminado. Con Jesús empieza una nueva Alianza. Quien ama, no daña a Dios y al prójimo y su mundo sin el cuál no puede subsistir. Por eso entra en conflicto Jesús con tal institución porque ha sido desnaturalizada, es un ente de comercio y poder, y no es un manantial de amor para quienes lo pueblan.

    De ahí que Pablo sea muy claro: a Jesús los religiosos lo tomarán por loco y por necio. Más para nosotros, los que vivimos a la sombra de su Evangelio, es sabiduría y cordura de Dios en todas partes. Y sin Cristo lo único que nos quedan son instituciones humanas travestidas en un universo religioso falso, caduco y ciego. 

    Una verdadera revolución. Escuchar la palabra de Jesús te vuelve subversivo y revolucionario ante las cosmovisiones humanas que consideran a Dios desde el poder absoluto, y no desde el amor sin límites.  Convertirse sí, pero al Dios verdadero, el que nace del costado abierto de Cristo muerto y resucitado. Al Dios de la Nueva Alianza.

 

CUARESMA 2

    La dialéctica que se establece entre la primera y la segunda lectura es asombrosa. La primera lectura nos relata un episodio donde un hombre por dar culto a Dios es capaz de entregar lo más sagrado que tiene a su alcance: un padre quiere entregar a su único hijo en sacrificio. La religión a veces es capaz de suscitar en los corazones locuras inauditas. El confuso Abraham  lo que quiere es dejar claro que ama a Dios sobre todas las cosas. Aunque procede de manera torpe. Eso es lo que ocurre con la religión en innumerables ocasiones.

    La segunda lectura es un movimiento opuesto. Dios por salvar al ser humano acepta incluso que su Hijo se entregue en nuestras manos, cuando sabía que mostrar su amor hasta el extremo por nosotros, significaba tener que cambiar el horror de la cruz en amor eterno. Tan grande e infinito es su amor por nosotros, tanto como el amor de un padre y una madre por un hijo. Aún así aceptó el destino de su Hijo. Su dolor y su muerte antes de su resurrección. La diferencia entre Dios y Abraham, es que Dios puede dar la vida tras la muerte y Abraham no puede. El Evangelio lo que pretende es salvar y glorificar la vida. La religión en cambio es capaz de pretender amar tanto a Dios aunque para ello tenga que destruir la vida. El Evangelio cuando ama a Dios ama la vida. La religión en su versión más integrista cuando dice amar a Dios erróneamente, es capaz de destruir la vida. Abraham es reconducido por Dios de la senda equivocada de la religión al camino certero del Evangelio. 

    Si amas a Dios tienes que amar la vida y transfigurarla, glorificarla. No hay otro camino para amar a Dios. La religión, la búsqueda humana de Dios, muchas veces se equivoca. El Evangelio, la búsqueda amorosa del hombre por parte de Dios, siempre acierta. Por ello debemos escuchar al Hijo amado de Dios, y no otras voces que no brotan de los labios de Cristo Jesús. Por eso si la Iglesia no quiere ser sal que se vuelve sosa, ha de escuchar y decir siempre la voz de Jesús el Señor y nada más. Los profetas y Moises, se inclinan ante Jesús, porque sus visiones de Dios, sus teísmos, son imperfectos. Sólo Cristo es la revelación plena de Dios, el que conduce a consumación la antigua revelación veterotestamentaria, liberándola de las impurezas religiosas que no le permitían manifestar el rostro de Dios en plenitud. 

    ¿Quieres transfigurarte? Escucha a Jesús y libérate como Abraham del yugo equivocado de la religión. La conversión a la que el Evangelio nos convoca es eso y no otra cosa. 

 

CUARESMA I

    Caminar tras los pasos de Jesús conlleva afrontar la conversión. ¿Pero qué es esa conversión que Jesús nos propone? ¿En qué consiste?. 

    La conversión significa vivir en alianza con Dios. La conversión no es destrucción sino regeneración. La conversión es instruirse, es dejarse enseñar por el Señor Jesús, cuando se vive a su lado. Es tratar con su ternura, con su misericordia, con su bondad. Conversión significa caminar junto al Señor en humildad.

    La conversión es ser vivificados por el Espíritu de Jesús resucitado. Convertirse es experimentar la paciencia de Dios. Conversión es sinónimo de Salvación y nada tiene que ver con la condenación. La conversión no es una purificación de lo físico, sino una petición a Dios de una buena conciencia. La conversión afecta a la configuración de la propia conciencia. Influye en pensamientos, en sentimientos y en conductas. Convertirse es abrirse al poder de la intercesión de Jesús resucitado del que emana la gracia, el amor eficaz que nos regenera. El bautismo y la conversión son una misma cosa. Sin conversión el bautismo es un rito vacío.

    La conversión es la confrontación con la tentación superándola. La conversión es Evangelio vivo y no religión vacía y meramente teatral. La conversión no es un espectáculo, es la configuración de una existencia real. La conversión es la apertura al Reino de Dios. Convertirse es creer en el Evangelio, llenarse de la esperanza que contiene el Evangelio, y aprender a amar hasta el extremo como Jesús nos en el Evangelio. 

    La conversión es dejar a Jesús ser tu amigo, descubrirlo como tu verdad, como tu camino y como tu vida. 

 

CENIZA

    La conversión siempre pendiente es la que consiste en pasar de la religión al Evangelio. 

    La religión afecta a todo el pueblo con sus reglas y prácticas, por eso es importante que la conversión de la religión al Evangelio sea global. Como nos enseña el profeta.

    La religión se interpone con frecuencia entre Dios y los hombres. En cambio el Evangelio nos reconcilia con Dios directamente. No tiene sentido ser apóstol de Jesus para no ser portavoz de Dios en directo, sino mediatizarlo a través de construcciones humanas travestidas de religión. Eso será muy carnavalero, pero muy poco cuaresmal. Y además está exento de toda gracia. Es un carnaval fétido. 

    La religión se construye sobre hipocresías y doble vida. Y no sobre autenticidad, cosa a la que el Evangelio siempre nos invita. La fama a costa de la solidaridad, la espiritualidad y el dominio de sí, es propia de la sociedad del espectáculo. Por eso la religión que tiene mucho de espectáculo, transforma  la solidaridad en campañas para acumular riquezas y aumentar los egos, la espiritualidad en pietismo afectado y exagerado, y el dominio de sí en mortificaciones absurdas, altisonantes y oscurantistas: ¡No coma usted carne pero hártese a comer gambas y así ya ha cumplido usted el mandamiento… vaya usted a tomar viento! El tiempo de cuaresma está trufado de todo eso, por eso es preciso deconstruirlo en profundidad. De hecho siempre se le ha dado más importancia que a la misma Pascua. Un contrasentido total. Ayuna de desamor, comparte por amor y ora porque amas a Dios. Y déjate de otras tonterías. 

    La conversión verdadera, siempre sigue por hacer, cada día de nuestra vida: La conversión al Evangelio no deberíamos olvidarlo.

 

ORDINARIO 6

    Hay veces que las leyes religiosas, están fundadas en visiones primitivas. El levítico es una clara muestra de ello. Sin conocimiento alguno de medicina, la antigua sociedad hebrea, descubría que el contacto con los leprosos era contagioso para los sanos. Por ello, llegó a la conclusión de que Dios castigaba a quienes tuviesen contacto con ellos. De ahí esta prohibición de mantener contacto con estos enfermos. Ciertamente evitaban la propagación de la enfermedad con esta medida, pero atribuían a Dios una falta total de compasión antes los enfermos de lepra. Y de igual modo exigían a todos los demás, esa misma indiferencia y desprecio, ante tales enfermos. La etiqueta de impuro, lo deja claro. Se les privaba de todo y de todos. ¿Acaso hoy no mantenemos visiones y leyes en la Iglesia que brotan de prejuicios primitivos como estos? ¿No llamamos impuros a los que no se ajustan a los parámetros vigentes en varias áreas? El levítico llamaba malditos a muchos, y aún hoy, seguimos sus pasos en no pocas valoraciones. En cambio no lo seguimos en esta ley que escuchamos hoy porque nos parece barbara y brutal. Y porque Cristo la infringió decididamente. 

    El Evangelio es muy claro hoy. Jesús infringe cada uno de los términos de esta ley brutal y lo hace para salvar a un hombre de su dolencia, después de haberlo escuchado. No sólo lo toca, habla con él, lo ama, y lo sana. Jesús nos enseña que hay leyes que deben ser transgredidas cuando se fundamentan en prejuicios primitivos, en visiones oscurantistas, cuando estigmatizan y marginan a personas por razones altamente discutibles. Cierto es que cuando no se podía detener la lepra con medicinas, el aislamiento podía ser una gran ayuda, pero eso ni justifica el abandono total, y menos aún considerarlos “malditos” o impuros, merecedores de tal castigo divino y social, por supuestos pecados de ellos o de sus antepasados. Aún hoy algunos miran con ese desprecio a personas simplemente porque no se ajustan a su visión, a sus ideas o prejuicios. Algunos dicen por ejemplo: “estos son unos pervertidos pues con ellos, como no procrean, se acaba el mundo”. Ese prejuicio, no maldice en cambio a un matrimonio, donde él y ella son estériles. Y llevados de esa mentalidad (que no olvidemos se funda en el levítico, un texto trufado de primitivismo por todas partes), se niegan a bendecir a esas personas porque los malditos no pueden ser bendecidos. Su carencia de empatía es total y rotunda. No se parecen a Cristo Jesús ni en el blanco de los ojos. Más bien actúan como un anticristo. Porque Jesús saltó por encima del levítico, y con una empatía sublime, escuchó, atendió y amó a ese leproso, que el texto citado declaraba maldito. 

    Pablo nos hace ver que la gloria de Dios no depende de ajustarse a la ley judía en asuntos como la comida. Pablo también está transgrediendo la ley mosaica. Aunque él tratará de agradar a todos, nunca perderá de vista que es preciso siempre buscar la ventaja de la mayoría para que cuanto más se salven. Jesús sabe que es imposible agradar a todos, así que eso no le detiene, y simplemente va más allá que Pablo, y ama sin limitaciones al que sus paisanos consideraban maldito. Es humano ante un ser humano, y ofrece un trato humano a ese ser humano. Y es que cuando más humano es Jesús más divino se vuelve, y cuando más divino se torna más humano se hace. 

    ¿Así que es posible transgredir según que leyes religiosas? Si condenan a personas a vivir situaciones inhumanas sin duda alguna. Jesús hoy sin decir nada lo deja muy claro con sus hechos. Toda normativa o reglamento religioso debería ser puesto a prueba y debería desecharse siempre que suponga que las personas tengan que afrontar condiciones inhumanas de vida. Este criterio de falsabilidad moral es el que más claramente aparece reflejado hoy en la profunda dialéctica que se establece en las Escrituras, entre Cristo Jesús y el libro del Levítico. Así que nunca seáis ingenuos hermanos, escuchad siempre a vuestras conciencias, y si lo que se os propone resulta inhumano, simplemente como Cristo, sed muy libres y transgredidlo con vuestras conciencias muy tranquilas, y buscad que la humanidad siempre eclipse a la inhumanidad, entonces y sólo entonces reinará Dios realmente. Su reinado no dependen del seguimiento de una moralidad primitiva y trasnochada que carece de empatía con los seres humanos que están ante ella. 

 

ORDINARIO 5

    ¿Qué efecto causa Jesús en la gente? A esta pregunta podemos responder escuchando las Escrituras de hoy. 

    Job es un hombre desesperado. Y esta breve perícopa, aunque intensa, se queda corta para hacerse una idea general de lo que es este maravilloso libro, tan rupturista ante el enfoque del AT acerca de Dios y  de nosotros. Este libro es un alarde de poesía cargada de dramatismo y de metáforas crudas e interpelantes. Solo Cristo Jesús clavado en la Cruz y resucitado podrá responder a las hondas cuestiones que Job se plantea. Sin Cristo, el AT testamento colapsa con su teismo primitivo en esta magna obra compleja y anómala. A este hombre que sufre agonías varias, las noches desvelado se le hacen eternas. Piensa que no vera más la dicha. Se ha quedado sin esperanza. Para alguien así Jesús se convierte en esperanza sorprendente. Y hablo por experiencia propia, porque en medio del sinsentido más agobiante, Jesús, me hizo conocer la esperanza, con aquella bienaventuranza tan importante en mi vida: Dichosos los que ahora lloráis porque reiréis. El efecto esperanza, eso es lo que causa Jesús en una persona inmersa en la desesperación.

    El Salmista da gracias porque Dios cura los corazones destrozados. Eso es lo que hace Jesús con los tienen su mente, sus sentimientos y su conducta heridos o destruidos. El corazón no es la emoción. Es mucho más. Es lo más íntimo de mí mismo, porque ni siquiera yo soy capaz de verlo. Pues desde mi yo más profundo lo percibo todo, menos a mi mismo. Pues para poderlo ver debería salir de mí mismo sin dejar de estar inmerso en mis adentros. Esa es nuestra gran contradicción. Jesús nos enseña a pensar con amor de mí mismo y de los demás. Nos enseña a privilegiar las emociones que nacen del amor. Y nos enseña por fin a actuar con amor, perfumando nuestra conducta con ese sabio remedio. Y así es como cura nuestro corazón destrozado. Ese es el efecto sanador de Jesús: hacernos amar sin fisuras con las tres dimensiones (ideas, sentimientos y conducta) de nuestro corazón, en las que yo habito ayer, hoy y siempre.

    El apóstol Pablo está de bajón. Sus palabras dejan claro que anunciar el Evangelio le pesa. Está deprimido, quizás la caótica situación de la comunidad cristiana de Corinto es la causa de que se encuentre en esa tesitura existencial. Nosotros podemos experimentar esos bajones por salud, por razones familiares, por pérdidas irreparables, por situaciones laborales y económicas, por causa de nuestra sociedad o de la Iglesia en la que vivimos. Pero hacer memoria del Evangelio, de Jesucristo Muerto y resucitado, lo pone en pie y lo hace renacer. Lo llena de ánimo. Un ánimo que no viene de él, que le es dado, que procede como la Creación de la Nada, que brota no de este mundo ni de su realidad sino del Espíritu de Dios, de aquel que es totalmente otro. Y ese ánimo divino lo hace ponerse en pie para caminar de nuevo y hacerle anunciar con más vigor ese Evangelio que tan pesado le parecía, dadas las palizas y contrariedades que por él tuvo que afrontar. Se reinventa. Jesús lo vuelve resiliente. Ese es el efecto que causa Jesús a los que están de bajón.

    Por último Jesús que es más poderoso que el mal, que el sufrimiento y que la muerte, como Marcos nos enseña hoy, Jesús que es el anti-mal absoluto, que erradica la oscura noche como el sol naciente, a parte de llenarnos de una esperanza contra toda esperanza como antes señalé, nos insta a todos que hacer lo mismo. Es decir a vencer el mal con el bien del amor, a sustituir el sufrimiento por el consuelo y la felicidad, y a luchar contra la muerte en cualquiera de sus manifestaciones llenando de vida incluso hasta los corazones en duelo o directamente muertos. Jesús es la prueba viva y resucitada de que la vida es más fuerte que la muerte. Y todo por su amor eterno expresado hasta el extremo, sin medida y regalado para cada uno de nosotros.  He ahí la grandeza del que nos convierte como Él en un efecto vivificador para el mundo entero. 

    Así que Señor, danos siempre, por medio de tu oración intercesora, tu Santo Espíritu para que tu efecto glorificador en nosotros nunca deje de actuar con una veracidad intensa. Así sea hermanos, así sea. Amén

 

ORDINARIO 4

    Hoy es un día precioso para descubrir como es Dios. Dios el que siempre nos habla. Y lo hace a través de profetas a los que Él suscita. No profetas cualesquiera, testigos de la luz, testigos veraces, de esos que nadie duda que sean sus enviados. Y no sólo habla a través de testigos, sino que Él ha hablado en primera persona, hecho carne en Cristo Jesús, no ya como un testigo más de la luz, sino como la LUZ misma, en primera persona y con un poder arrollador. 

    Dios es aquel a quien merece la pena escuchar sin endurecer el corazón como el mismo salmo nos enseña. Pues si no lo escuchas te pierdes el agua viva que su palabra contiene y que tiene el poder de calmar como nada más tu intensa sed de infinito. No escuchar la voz de Dios que habla por boca de Cristo te aboca al abismo y a una destrucción sin paliativos. Te condena a caminar por la vida, como aquel que perdido se debate con el calor infernal del desierto, porque eso es la vida sin escuchar la voz de Jesús sin mantener con Él una hermosa conversación que nos recrea y transfigura. La vida sin su voz resucitada es un desierto atroz e inmisericorde. Un desierto feroz que no cesa jamás. 

    Dios es aquel que nunca pasa. Más allá de las paranoias paulinas, tan pueriles y propias de un neófito que está empezando a caminar, el mensaje que Pablo trata de expresar es ese: Dios es lo único que no se muda. Dios es lo único que no se pierde. Dios es quien siempre permanece. Con el que siempre se puede contar. En las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, en la vida y en la muerte. Apoyarse en Él es cimentar la casa sobre una fuerte roca, que resiste todo tipo de tempestades e inclemencias. 

    Dios es una autoridad que nos libera con el imperio de su palabra, sin imponerse, simplemente proponiéndose. Es una palabra que nos libera de la acción del maligno y sus asechanzas siempre enfocadas a destruirnos asesinando nuestros anhelos de felicidad y engañándonos con falsas promesas de plenitud que nunca llegan. Por eso tal autoridad lo vuelve tan famoso. Porque el ser humano anhela aún sin saberlo dejar de lado la voz macabra e impositiva que le impele a habitar en el desamor como lugar existencial desde el que afrontarlo todo. 

    ¿Qué quien es Dios hermanos? ¡Sin duda alguna: un tesoro! El Dios que habla por boca de Cristo Jesús es lo más noble y sublime que podamos encontrarnos en la vida. Vended cualquier riqueza que os ate y comprad el campo donde ese tesoro está enterrado, no hallaréis nada más digno para vosotros y para los demás. Te hablan de amor, escucha, es el único oro que no se herrumbra nunca, y su autoridad te liberará para que lo mejor de ti mismo aparezca y puedas disfrutarlo tu mismo y todos los demás. Dios es un tesoro amigos, Dios es el gran tesoro.  

 

ORDINARIO 3

    El Concilio de Trento, del que muchos hablan mal sin conocerlo, defendía una diferencia notable entre la atrición y la contrición. Muchos no sabremos lo que esas palabras significan. Y es comprensible porque están en desuso. Sin embargo revelan claramente lo que las lecturas de hoy nos muestran, el paso de la antigua Alianza a la Nueva Alianza. Y es que en su época este concilio al que muchos se han empeñado torpemente en darle mala fama, fue un estudio fantástico de antropología teológica optimista, frente al pesimismo luterano y calvinista ante lo humano. El renacimiento italiano late en la visión positiva del ser humano que Trento tiene. Más lo que carece de sentido es que 600 años después, nos empeñemos en pensar que lo que aquel concilio vio en según que temas, sigue teniendo la misma vigencia y ha de ser comprendido del mismo modo. Como si nada hubiese pasado. Esta vuelta recalcitrante a este concilio como el antitipo de toda renovación eclesial es lo que más daño ha hecho a este texto conciliar extraordinariamente positivo y luminoso. Así que establecido esto, volvamos al tema que nos ocupa.

    La Antigua Alianza está representada por el texto de Jonás. Las gentes son motivadas a la conversión por medio del miedo. El Dios Amo, os castigará por vuestra vida disipada. Y las gentes movidas por el temor responden al llamado del profeta cambiando de vida. Y la lectura que el relator hace es que Dios “se arrepintió” de sus amenazas, y se volvió misericordioso. Una visión cuasi infantil de Dios. Pues parece que el Altísimo es un ser malhumorado a ratos y misericordioso a otros. El problema de la Antigua Alianza, no es que Dios en el AT sea un Amo justiciero y cruel, un Dios falso, (como pensaron Marción y otros en la antigüedad cristiana de manera equivocada); el problema es el teísmo de los que se relacionan con Él, es decir, su forma de verlo. Por eso funcionan en relación con Dios desde la Atrición, es decir, es el miedo el que les conduce a la conversión, a cambiar de vida. Pablo no termina de dejar atrás su condición farisea, cuando usa el recurso al miedo nuevamente para motivar a la conversión a los cristianos de Corinto. Pablo es un ser en constante cambio, en conversión permanente, y eso se percibe en sus cartas, pues no habla igual el Pablo del principio de sus escritos que el Pablo del final de ellos. La carta a los Romanos en el capítulo 8, donde afirma que nada ni nadie puede separarnos del amor de Dios, supera con creces, esta especie de colapso universal aterrador ante el que nos pone Pablo hoy en la carta a los Corintios.

    Por ello el Evangelio este domingo lo pone todo en su sitio. Jesús no amenaza. No mete miedo. Y cuando dice que ocurrirán cosas malas, siempre termina diciéndonos: ¡Pero no tengáis miedo, ánimo, que yo he vencido al mundo!. Jesús nos llama a la conversión para que Dios pueda reinar en nuestras vidas. Porque Dios es amor, y el amor enamora, y regala la vida en plenitud. Y ante ese amor fontal y glorificador, tan maravilloso, lo demás carece de valor y de importancia. El amor hace eterna nuestras vidas. Y eso es lo que seduce a las gentes. Jesús es portador de buenas noticias. Y es ese amor eterno lo que hace que los pescadores suelten sus redes y se encaminen tras sus pasos. (Por cierto, cambiar la palabra “Seguidme” por la expresión “veníos en pos de mí” por muy literal que esta pueda ser, es una prueba más de la crasa traducción bíblica que la CEE, nos ha ofrecido, donde se ha truncado la música poética castellana que la anterior traducción poseía). Seguidme por amor. Jesús seduce, no amenaza. Por eso la conversión de Jesús es la contrición. Uno no se arrepiente de su vida equivocada por miedo, sino porque el amor le hace despertarse de sus errores, lo seduce, y es ese amor el que le impulsa a cambiar su forma de ser y de vivir. Esa es la Nueva Alianza. Aquí la comprensión de Dios es perfecta. Dios es amor. Y no es un amo. Y ese amor es el que nos seduce y nos interpela a cambiar nuestro destino para que no sigamos más tiempo siendo esclavos del desamor. Trento recoge este matiz a la perfección, y aunque señala que la atrición no es errónea, en tanto que produce un cambio para bien en las personas, si que reconoce y afirma contundentemente que la atrición es imperfecta, y recomienda siempre la contrición. Porque la segunda mira a la cara al Dios verdadero viendo su verdadero rostro, y la primera, mira a Dios a la cara, pero no es capaz de entender el verdadero significado de lo que ve. Jesús no cambia a Dios. No inventa un Dios nuevo. Simplemente cambia nuestra manera de verlo. Para que no seamos presa del miedo. Por eso dirá San Juan Evangelista que donde hay amor no hay temor. Lo único que cambia del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento, no es Dios, sino nuestra forma de comprenderlo. Porque la Revelación de Dios es gradual y progresiva, como nuestra forma de comprenderlo. Y aunque Dios trata de hacernos ver que nos es un amo, sólo en Cristo Jesús manifiesta a las claras que es amor eterno, y conste que ello le cuesta morir clavado en una cruz, más al resucitar deja claro cual es su verdadero rostro, el del amor eterno que es más fuerte que la muerte.

    Por eso amigos y hermanos: ¡Convirtamonos! pero no atemorizados sino enamorados. Y como los apóstoles dejemos lo que nos enreda en el desamor y caminemos con paso firme tras sus pasos. Seguidores del Amor Eterno, eso somos.

 

ORDINARIO 2

    Caminar junto a Cristo Resucitado…menuda aventura. Cuatro coordenadas definen la vida de sus amigos. 

    Si tienes a Jesús Vivo por amigo, aprendes como Samuel, ayudado por otros, a escuchar su voz, a saber identificarla, a vivir creciendo en su conocimiento. Aprendes conversando con Él, que su palabra te hace arder el corazón y te enseña a vivir con sabiduría. 

    Si tienes a Jesús Vivo por amigo, aceptas esa misión que te encomienda de buscar antes que nada el Reino de Dios y su Justicia. Las palabras del Salmo resultan ilustrativas en este sentido. Si leemos el Evangelio de Juan, entenderemos que estar aquí para hacer su voluntad, no es otra cosa que ser luz en medio de las tinieblas, ser amor en medio del desamor. La luz de Juan, la Verdad de Juan, es el Dios del amor. La vida en plenitud de Juan es vivir en el amor fraterno. El mundo de Juan, en cambio, es el desamor. Tu misión en la vida es amar, si Jesús Vivo es tu amigo.

    Si tienes a Jesús Vivo por amigo, comprendes que todo tú eres un templo del Espíritu Santo. El Espíritu de Dios no te inspira jamás tratar a los demás como un objeto al servicio de tus deseos, sino como a tratarla con humanidad, como a una persona. Los demás no son cosas. Los Corintios a los que Pablo habla, eran amantes de usar a las sacerdotisas prostitutas de su ciudad como fuente de beneficios para ellos. Llevados de su superstición se entregaban a sus brazos con total libertinaje. Su vida sexual era ajena por completo al amor. Era una suerte de fornicación supersticiosa. Por eso sus palabras son tan rotundas e intensas. Pablo era todo un carácter. Si leyésemos la carta por completo descubriríamos que del mismo modo, Pablo es muy contundente en invitar a los Corintios al amor en todas la dimensiones de su vida personal. No es en absoluto un obseso anti_sexo como algunos piensan. Es un convencido de que la sexualidad enamorada nos hace felices y no sólo es fuente de placer. No es lo mismo tocar un instrumento musical sabiendo hacerlo que sin saber articular ni una nota. No es lo mismo hacer sonar un órgano, que tocarlo con sabiduría y hacer que nos embruje con su música. Sonido y Musica no son lo mismo. Una cosa y otra no tienen la misma magia.  Lo importante en la vida sexual es la felicidad  interpersonal que ella nos procura y la apertura responsable a la vida que ella nos regala cuando las personas que la viven pueden engendrar vida. Pero si eso no es posible (por ejemplo las personas estériles), la sexualidad siempre sigue siendo el precioso lenguaje del amor que las personas enamoradas comparten. El Espíritu Santo siempre te hace descubrir al otro, no como un objeto, sino como una persona, como un tesoro maravilloso, único e irrepetible, no sólo en su dimensión sexual sino en todos los órdenes.

     Si tienes a Jesús Vivo por amigo, te conviertes en su seguidor. El Evangelio es claro en eso. Ser su discípulo, es ser alguien que sigue a Jesús, aunque aún le queden muchas cosas por descubrir, y muchas cosas de su vida por cambiar para bien. Ni Andrés, ni Juan, ni Pedro, ni los demás, lo sabían todo cuando empezaron a seguir sus pasos, ni tampoco llevaban una vida moral exquisita y envidiable. Eran personas en proceso de transfiguración. En proceso de santificación, de conversión, de glorificación y de divinización. 

    La aventura de caminar junto a Jesús Vivo como amigo suyo, es una senda que no termina nunca en esta vida, pero que a cada paso, nos descubre nuevas dimensiones sorprendentes de la vida. Ojalá y que todos los que hoy oís estos textos sagrados os mantengáis a su lado todos los días de vuestra vida. 

 

BAUTISMO DEL SEÑOR (Cierre del tiempo litúrgico de Navidad).

    Igual que sin agua no es posible vivir, sin Espíritu tampoco es posible vivir EN PLENITUD. Pues no es lo mismo vivir que hacerlo en plenitud. El personaje central en este pequeño Pentecostés con el que se despide la Navidad (que fue construida como la Pascua) es el ESPIRITU. Y es que el Dios con nosotros hoy es el Espíritu Santo. 

    ¿Y quien nos regala el Espíritu de Dios? ¿Acaso no has oído el Evangelio? No es Juan el Bautista que es indigno de desatar la correa de la sandalia de Jesús, según sus mismas palabras. El Padre Dios lo envía sobre su Hijo Jesús, su Hijo muy amado en quien se complace. Y es Él, el que lo envía sobre nosotros como Juan Evangelista nos enseña, siguiendo las enseñanzas de su primer maestro, el también Juan, pero Bautista. 

    ¿Y como nos comunica su Espíritu? Cuando confiamos en Él, como nos enseña el Salmo. Confiar es hacer muchos actos de fe. La confianza en Dios es la suma de todos los instantes de fe que tenemos en Dios. Juan Evangelista nos ha enseñado esa fe en Jesús Hijo de Dios, nos abre a la fuente del Espíritu. Y esa fe se vuelve oración cuando se torna confianza. Y esa vida de la oración nos llena del Espíritu de Dios.

    Otra vía es la Escucha y la transmisión de su Palabra, la conversación con el Cristo Vivo y resucitado que a través de sus susurros que emanan de la Escritura nos fecunda, germina y nos hace dar fruto, nos hace comunicarlo a los demás, y ahí el Espíritu nos asiste especialmente. Nos hace sintonizar con sus planes siempre tan distintos de los nuestros. Nos permite no autodestruirnos por el pecado. El apóstol y el profeta están hablando. La escucha de la Palabra, la búsqueda de su voz viva, hace arder nuestro corazón porque al llenarnos de gracia, nos inunda de su Espíritu y nos convierte en altavoces de ella para los demás. El sólo propósito de escucharla con fe, ya nos abre a la acción del Espíritu, que en su momento hará que demos fruto. Leer las Escrituras, escucharlas, nos crea de nuevo. Y nos vuelve apóstoles de Dios en Cristo Jesús.

    Otra vía para recibir el espíritu es la vía sacramental. Recibir el Bautismo, renovarlo por el sacramento de la reconciliación, confirmar nuestra fe ungiéndola con el Santo Crisma y participar en la Eucaristía, no sólo nos inicia como cristianos, sino que nos llena del Espíritu, de una manera permanente en el caso del bautismo y la confirmación, y de un modo habitual y ordinario, nutriéndonos en la Eucaristía y renovándonos con el sacramento de la reconciliación. Pocas veces se insiste en la teología de que este sacramento de sanación tiene un carácter marcadamente bautismal, pues la gracia de Dios, derramada ese día, se renueva cada vez que necesitados de la misericordia divina nos volvemos hacia Dios arrepentidos. El profeta lo ha señalado. El apóstol ha sido más directo: agua, Espíritu y Sangre. Bautismo, confirmación y Eucaristía. Privarse de esos sacramentos es privarse del Espíritu Santo. Y es que no sólo necesitamos respirar cuando nacemos, necesitamos hacerlo siempre. Pues con el Espíritu nos pasa lo mismo. Y eso es lo que ocurre cuando se viven esos sacramentos con fruto. 

    Hay también otros sacramentos que nos llenan del Espíritu en momentos especiales, la Unción de enfermos, cuando las graves enfermedades y los achaques de la edad nos afligen. Y luego están los sacramentos para la vida del amor. El matrimonio y el orden sacerdotal, y en ellos el Espíritu nos asiste para que cada cual, conforme a su vocación, ame con toda el alma. Y del mismo modo, los sacramentales, aun no siendo sacramentos en sentido estricto, son momentos de oración intensos, donde el Espíritu de Dios también nos visita.

    Por último el Espíritu de Dios también se nos regala cuando vivimos en comunidad. El amor es la común unión de los que son distintos. Eso es la comunión fraterna. Y en ella, el Espíritu nos visita. Cosa que la división, la discusión y el desamor no provocan. Por ello cuando discutimos es preciso siempre llegar a la comunión. De lo contrario caminaremos sendas diferentes de las del Espíritu. Y los planes de Dios no serán los nuestros. Sobre esto el profeta y el apóstol han sido también muy claros. Pero no lo olvidemos no es la Iglesia la que nos da el Espíritu, es Cristo Jesús en la Iglesia y a través de ella, El que nos lo regala. No somos dueños del Espíritu, somos los que en nombre de Cristo Jesús, pues cuerpo místico suyo somos, los que le abrimos caminos y puertas en medio del mundo.

    La Navidad termina hoy mostrándonos que el Dios con nosotros es el Espíritu Santo moviendo nuestras vidas como hizo con el mismo Jesús. Que nosotros seamos también Hijos amados de Dios como Cristo sobre los que el Espíritu Santo descienda, entonces, y sólo entonces, esta Navidad habrá sido una Navidad feliz hermanos.

 

EPIFANIA

    Todos. Esa es la palabra clave de las lecturas de hoy. Todos caben como le gusta decir al Papa Francisco. En la Iglesia cabemos todos. Y este enfoque desagrada a todo un sector clerical ad intra de nuestra Iglesia, basta asomarse a la red para comprobar que lo que afirmo es cierto. En ese grupo también destacan algunos intelectuales laicos que se precian de católicos y no pasan de burdos ultramontanos de los de toda la vida. 

    Las Escrituras hoy discrepan de toda esa bancada ultramontana y enemiga declarada del Papa Francisco. Isaias y el Salmo no piensan que la salvación sea para unos pocos selectos. Esa visión aristocrática de la Salvación es ajena a lo que Isaias y el Salmo proclaman hoy. De Arabia (Asia), de Saba (África) y de Tarsis (Tartesos, o sea Hispania, esto es Europa), de los tres continentes conocidos entonces, son llamados los pueblos a adorar al Señor, resarcirse de su salvación y revestirse de su luz. De ahí y del hecho de que los regalos sean tres: oro, incienso y mirra, que la tradición haya propuesto tres nombres y tres razas distintas. Melchor de pelo blanco: Europa (Tarsis Hispania no lo olvides, famosos por el uso de sus minerales preciosos, Oro). Gaspar de pelo castaño: Asia (Arabia rica en incienso). Baltasar de raza negra (Africa, portador por descarte de la mirra). Todos los pueblos de la tierra están predestinados a la Salvación universal. Nunca ha sido católica la interpretación de la Salvación según la interpretación calvinista como predestinación “individual” a la redención. Esta visión excluyente de la salvación para muchos es incompatible con la visión católica de las cosas y con lo que las Escrituras nos transmiten hoy.

    Pablo además da otra vuelta de tuerca al argumento. Lo peor del mundo para un hebreo de aquel tiempo eran los gentiles. Literalmente la basura de la humanidad, lo prescindible, la carne de cañón, así se les consideraba entonces. Impuros, pecadores, negadores de la ley de Dios y de su comprensión restrictiva de lo que consideraban la verdadera naturaleza humana y muchas otras lindezas por el estilo. Siervos de Satanás en definitiva. Pues bien Pablo dice que el misterio de Dios se nos revela porque le place, por pura gracia, y lo hace para todos. Y en ese para todos, incluye a los gentiles, que no deben hacerse de religión judía para alcanzar la salvación. Eso provocó un arduo y largo conflicto que queda manifiesto en la mayoría de sus cartas, y que condujo a la Iglesia al concilio de Jerusalén, donde se debate este punto. ¿Es o no posible que los gentiles sin cumplir la ley judía puedan acceder a la salvación?. La respuesta es meridianamente clara: Nos salva el amor eterno de Dios manifestado en Cristo Jesús muerto y resucitado. Y no la práctica de la ley judía. La Nueva Alianza supera a la Antigua alianza. La nueva es universal y por tanto inclusiva. La antigua es nacionalista y por ende excluyente. Pablo por tanto refuerza la visión de que la salvación es para todos y no sólo para algunos. Y ese será el motivo de que siempre fuese tan duramente perseguido por la inquisición hebrea de aquel tiempo, tal y como testimonia el libro de los Hechos de los apóstoles en múltiples ocasiones, y también como he dicho antes, sus mismas cartas. 

    Por ello, ante este mensaje caben dos posturas. La de Herodes que pretende ser el Rey de los que se salvan que son los Hebreos solamente. Y la de los magos de Oriente, que representan a toda la humanidad, y que ponen en adoración a los pies de Jesús, a todos los pueblos de la tierra. Francisco sabe muy bien por quien optar: los magos de oriente. Pero sus opositores se ponen de parte de Herodes. Así que a ti te toca hoy decidir: ¿Salvación global? ¿Globalización de la Salvación? ¿O una salvación excluyente en la que muchos son considerados basura y por tanto prescindibles para la salvación?. El “muchos” de la nueva traducción de las palabras de la consagración realmente significa “todos”. Benedicto, el papa anterior, lo dejó claro en varias de sus intervenciones. Y de hecho nos invitó a interpretar esa palabra como contraria a “pocos”. Pues en las palabras de Jesús queda claro que “Todos” están llamados a comulgar del Pan de Vida y de la Sangre de la Salvación. Tomad y comed todos de Él. Tomad y bebed todos de Él. No cabe duda alguna de lo que Jesús está afirmando. Al menos la Iglesia católica no duda de ello, y menos aún, con el Papa Francisco a la cabeza. 

    Por ello es muy triste que en España haya tanto ultramontano, algunos, reconocidos mujeriegos casquivanos, por muy buenas novelas o artículos que escriban, que traten de corregir al Papa, cuando lo que discuten es la llamada universal de Dios a la salvación a todos los pueblos. Así que en esta Epifanía, que no os quepa duda alguna os toca decidir: ¿Herodes o Magos de oriente? ¿Papa o antipapas? Yo no tengo duda alguna Magos de oriente y Papa. El que quiera optar por el otro enfoque allá él. La Salvación es para todos y eso es lo que hoy y siempre nos enseña la Epifanía. TODOS CABEN. Esa es la clave Del mensaje de hoy. 

 

1 ENERO

    Mirar tu rostro lo cambia todo. La bendición de la primera lectura y el Salmo no pueden ser más claros. Mirarte el rostro, posar nuestros ojos en los tuyos nos llena de futuro, nos hace crecer en sabiduría, y nos lleva a tener fe en que la Vida merece la pena y en que el amor es más fuerte que la muerte. Mirar tu rostro y comprender su luz meditando en nuestro corazón es la mejor de las bendiciones que nos pueden sobrevenir. El Evangelio también nos insiste en ello. Basta ver a los pastores asombrados, alabando a Dios y dandole gloria. Y ver de igual modo el contento de José y de María, el salmo es una explosión de alabanza porque el rostro de Dios se ha mostrado, se ha iluminado sobre ellos. Mirar el rostro de Dios nos glorifica, nos diviniza, nos santifica. 

    Vivir en una sociedad que no conoce el rostro de Dios, es vivir entre gentes que por desgracia, no perciben la vida como una bendición, sino que muchas veces la contemplan como una maldición, porque no ven nunca la resurrección, sólo ven la cruz, y no como prueba de amor, sino como triunfo del horror. En medio de tanta oscuridad nos convertimos en luz. Y la luz a veces se agradece, y otras por desgracia molesta. Pero no es encendida la luz para ponerla bajo el celemín, sino para que alumbre y de calor, a un mundo que de otro modo se queda oscuro y frío.

    Mirar el rostro de Jesús en el que habita la total plenitud de Dios, nos convierte en Hijos amados de Dios. Nos llena de su Espíritu Santo que nos hace proclamar ante Dios “Abbá, Papá, Mamá”. No somos esclavos, no somos siervos. Somos Hijos y somos Hermanos. Entre Dios y nosotros no cabe más relación que el amor. Amor a Dios, amor al prójimo. No hay amos. Ni Dios es amo, ni nosotros debemos ser amos. Por eso cuando el Señor nos muestra su rostro nos llenamos de Paz. Porque que quien ama, construye la paz. Quien es movido por el Espíritu de Dios, trabaja por la paz y transmite bienaventuranza. 

    Vivir en una sociedad que sigue creyendo en la guerra como modo de afrontar los problemas nos convierte en antisistemas. Nos vuelve subversivos. Nos transforma en anomalías. Para los enfermos de nacionalismos siempre preñados de soberbia, para los integristas religiosos que sólo tributan fe al Dios Amo y pasan por la vida como inquisidores y organizadores de guerras santas, y para los egoístas descreídos que son capaces de sacrificar sobre el altar del dinero a su misma madre. También somos profetas molestos para los que no creen en la persona como un valor trascendental, como un tesoro único e irrepetible, los que crean sólo somos datos en una plataforma biológica caduca. Somos luz solar para los que como vampiros narcisistas quieren acabar con cualquiera que no se pliegue a su burda ideología o a sus infaustos intereses, para los que piensan que el progreso sólo son ellos. Así que hay que aprender hoy de la valentía de unos pastores que superando sus miedos han visto un rostro maravilloso que les ha cambiado la manera de valorar las cosas y se han lanzado a cantarlo sin miedo alguno. Y es que la paz no se construye sola. 

    Así que cristiano aprovecha, acércate al portal y mira su rostro, y en el silencio de tu corazón como María, pídele que te muestre su rostro y que te dé sabiduría para que iluminado te inundes de su Gloria, de su amor y de su paz. Hermoso modo este de comenzar el año nuevo con una sencilla oración como esta que hoy te propongo.

    Feliz año nuevo a todos. Para mí un año feliz es un año con Cristo Jesús a mi lado. Espero que tú, al mirar ese rostro, encuentres también este tesoro que te haga estar vivo hoy y siempre.

 

SAGRADA FAMILIA DOMINGO

    La Navidad no es un tiempo feliz tal y como algunos lo entienden. En la Navidad la gente sigue sufriendo y muriendo por muchas razones. Los que hemos tenido esas experiencias lo sabemos muy bien. El año que enterré a mi madre, tuve que enterrar el día de Navidad a mi Padrino de Bautismo. La Cruz no descansa en Navidad. Por eso yo sólo creo que la Navidad es feliz cuando miro a los ojos del Niño Santo. Cuando me adentro en los ojos de Cristo. Entonces oigo su voz y esa palabra viva, ese Verbo, me saca de las tinieblas y me llena de una luz grande. “Si echas en falta a gente definitiva a tu lado en estas fechas, mira esos ojos del Niño Santo y escucha lo que te susurra: ¡Volverás a verlos, ese día te llenarás de una alegría que nadie te podrá quitar, y ya no preguntarás nada porque el misterio de la vida habrá quedado claro ante ti!”. De ese susurro de esperanza brotará la alegría que al emocionar tu alma llenará tus ojos de lágrimas. Sólo así la Navidad se torna feliz, pues comprendemos que cuando sufrimos, no estamos solos, Dios está con nosotros y nos salva. Cuando dejamos atrás el alma pagana de la Navidad y descubrimos la luz que emana de los ojos del Salvador entonces comprendemos que este tiempo es necesario para alentar el corazón del ser humano que sufre.

    Bajo esta mirada la familia se vuelve sagrada. Pues es esta divina mirada la que dota de futuro a la familia humana. Así le ocurre a Abran y Sara que pensaban que todo se había acabado para ellos. Y es la mirada y la palabra de Dios la que les abre un futuro sorprendente e inesperado. Eso necesita cualquiera para fundar una familia. Y cuando la familia tiene futuro, la sociedad descubre que su futuro es posible, porque la familia es el futuro de la sociedad. Sin ella no hay futuro posible para la sociedad humana. 

    Bajo la mirada del Dios con nosotros la familia se revela como un lugar hermoso pero no fácil. En la familia se producen no pocos problemas y tensiones. Es cierto que nos queremos, pero no siempre sabemos querernos. He ahí la mayor parte del problema. Por ello necesitamos crecer en la sabiduría del amor. Así creció Jesús. Por eso tiene un carácter sagrado la familia. Porque no enseña a amar hasta el extremo. Y eso, aún cuando no lo sepamos nos cristifica, nos hace otros “Cristos”. Para ello debemos aprender a perdonar. Pues cuando nos equivocamos por no saber querer, perdonando recuperamos la senda perdida. Y crecemos. Hablo de la familia verdadera no del intento fallido de construir una familia. La diferencia entre ellos es la misma que la que la que hay entre una casa con cimientos y pilares, y una construcción sin ellos. Una casa cimentada y sólida se ve expuesta a terremotos. Pero una construcción sin cimentación no necesita de terremotos para venirse abajo. Cuando unas personas sufren por ser presas de un intento fallido de construcción de una familia verdadera no necesitan ni la condena ni el rechazo de nadie. Los enfermos necesitan de cura para tener una nueva oportunidad. Y poder así experimentar una verdadera vivencia familiar.

    Bajo la mirada de Dios la familia descubre que ha de tener fe en dos cosas: fe en que vivir merece la pena y fe en que el amor es más fuerte que la muerte. Sin creer que merece la pena vivir, no se funda una familia jamás. Sin creer en que el amor es más fuerte que la muerte nadie se arriesgará sino es un frívolo, a vincularse emocionalmente a otro ser humano, sea espos@, hijo o hermano. Sin fe en que vivir merece la pena y en que el amor es más fuerte que la muerte ¿Como fundar una familia para convocar a todo sus miembros a experimentar el mundo como un espacio y un tiempo carente de valor y de significado? ¿Un abismo oscuro y frío a quien le ilusiona para enamorarse o sacar adelante unos hijos? Los defensores de esta visión nihilista de la vida, nos enseñan que es natural morirse. Pero claro, también es natural amar. Y morir y ver morir a los que amamos no son cosas compatibles. La fe en que la vida es verdadera, buena y bella hace familia. La fe en que el amor es más fuerte que la muerte nos alienta a amar de todas todas, sin reservas y por completo. Esta fe vuelve sagrada la familia porque muestra cual es la naturaleza de su verdad, de su bondad y de su belleza. 

    Por eso mirando a Jesús hoy lo que descubro de manera inmediata, es desde los ojos de Dios, que la familia es una realidad sagrada.

 

NAVIDAD

    ¿Quién es Jesús? Los mensajes que se nos ofrecen en este hermoso día en las Escrituras para contestar a esa preguntas son múltiples, desbordantes.

    Jesús es la gran luz que ha acabado con las tinieblas y la sombra oscura de la muerte. 

    Jesús es quien multiplica la alegría y acrecienta el gozo.

    Jesús es el que nos libera porque quiebra nuestros yugos y rompe las varas que nos oprimen y nos empapan de sangre.

    Jesús  es un niño.

    Jesús es el Hijo que nos hace hijos. 

    Jesús es un consejero maravilloso.

    Jesús es el guerrero del Dios del Amor.

    Jesús es el que nos muestra el rostro del Padre Perpetuo.

    Jesús es el Principe de la Paz.

    Jesús es la promesa firme de que el derecho y la justicia se impondrán al final.

    Jesús es quien nos permite aguardar la dicha que esperamos.

    Jesús es quien nos reviste de su gloria resucitándonos. 

    Jesús es el que se entrega por nosotros para rescatarnos.

    Jesús es quien nos regala una nueva vida.

    Jesús no es un mito, es historia real y comprobada.

    Jesús es Dios envuelto en pañales y acostado en un pesebre, sin más lujos ni alharacas.

    Jesús es quien nos envuelve de la Gloria de Dios.

    Jesús es la Gloria misma de Dios en el Cielo que envuelve de paz en la tierra a los hombres que Dios ama.

    Jesús es quien por amor de Sión no calla.

    Jesús es quien por amor de Jerusalén no descansa.

    Jesús es la aurora de Justicia.

    Jesús es quien nos nombra de nuevo al regalarnos una vida nueva.

    Jesús es quien desposa al universo con Dios en su persona.

           Jesús es nuestro regocijo, y el regocijo vivo de Dios.

    Jesús es el descendiente de David, anunciado por el Bautista, el Mesías de Dios.

    Jesús es la condensación de toda la historia santa de Israel consagrada en su persona y exaltada a la plenitud.

    Jesús viene del Espíritu Santo. 

    Jesús es quien salva al Pueblo de sus pecados.

    Jesús es Dios con nosotros, el Emmanuel.

    Jesús es el salvador de la Hija de Sión. 

    Jesús es el premio de la victoria y nuestra recompensa.

    Jesús es nuestro mejor regalo.

    Jesús es quien convoca al Pueblo Santo.

    Jesús es quien nunca nos abandona.

    Jesús es la manifestación de la Bondad de Dios.

    Jesús es la misericordia gratuita e inmerecida que Dios derrama sobre nosotros.

    Jesús es quien nos renueva con el Espíritu Santo.

    Jesús es nuestra esperanza de la Vida Eterna.

    Jesús es quien nos hace meditar en el corazón.

    Jesús es aquel del que se dicen muchas cosas.

    Jesús es quien nos mueve a dar gloria y a alabar a Dios por todo lo que te permite ver y oír. 

    Jesús es el mensajero que proclama la paz cuyos pies son hermosos.

    Jesús es la Buena Noticia.

    Jesús pregona la justicia del Reino.

    Jesús es quien afirma que Dios Reina.

    Jesús es el que nos permite ver a Dios cara a cara.

    Jesús es nuestro consuelo que restaura nuestra ruina.

    Jesús es quien hace posible que los confines de la tierra vean la salvación de nuestro Dios.

    Jesús es la culminación de la historia.

    Jesús es la palabra definitiva y completa de Dios.

    Jesús es el HIJO DE DIOS.

    Jesús es el reflejo de la gloria de Dios.

    Jesús es la impronta del ser de Dios.

    Jesús sostiene el universo con su Palabra poderosa, porque gracias a El, el mundo no carece de sentido, sustancia y fundamento.

    Jesús es que está sentado a la derecha de la Majestad de Dios en las alturas. 

    Jesús es el que el Padre llama: Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy. Yo para ti soy un Padre y tú para Mí eres mi Hijo.

    Jesús es el adorado por los ángeles. 

    Jesús es El Verbo que existía desde el principio.

    Jesús es el Verbo que estaba junto a Dios.

    Jesús es el Verbo de Dios, porque no es una palabra dicha, es una palabra viva que no cesa de comunicarnos su amor eterno.

    Jesús siempre ha estado junto a Dios.

     Jesús, por su medio, se hizo todo.

    Jesús es la razón de todo cuanto se ha hecho.

    Jesús es la Vida.

    Jesús es la luz de los hombres.

    Jesús es la luz que la tiniebla no recibió, y de hecho el niño que está en la cuna, en una cruz morirá. La tiniebla religiosa y del mundo lo crucificó. 

    Jesús es aquel del que Juan dio testimonio.

    Jesús es el que ha venido al mundo para alumbrarnos con su luz verdadera.

    Jesús es el que el mundo no ha conocido, aunque el mundo ha sido hecho por Él.

    Jesús el que no ha sido recibido por los suyos en su casa.

    Jesús es el que da poder de ser Hijos de Dios a quienes creyendo en Él, lo reciben de todo corazón.

    Jesús es el que nos hace nacer de Dios.

    Jesús es el Verbo que se hace carne y habita entre nosotros.

    Jesús es el que nos permite contemplar su gloria.

    Jesús es la gloria del unigénito del Padre.

    Jesús es el que está lleno de Gracia y de Verdad.

    Jesús es el que existía desde siempre y para siempre.

    Jesús es aquel de cuya plenitud recibimos gracia tras gracia.

    Jesús es mayor que Moises que nos dio la Ley.

    Jesús es el que nos ha dado la gracia y la verdad.

    Jesús es el que da a conocer al Dios que nadie ha visto jamás.

    Jesús es el Dios unigénito que está en el Seno del Padre y es el que por eso nos lo puede dar a conocer.

    Jesús es el que acaba con el Dios amo, y revela al Dios del Amor, a Aquel que ama a todos sin exclusiones. Y del que el Papa Francisco sigue dando testimonio.

    ¿Como no hacer fiesta cuando nace celebramos su nacimiento?¿Como no cantar? ¿Como no celebrar? ¿Como no tomar prestados preciosos elementos de fiestas del ayer y de otras culturas para hacerlas nuestras dotándolas de un nuevo significado? ¿No se hizo carne el Verbo de Dios? ¿No se hizo universo para hacerlo Dios? Pues todo lo que en el habita no nos estorba. Al contrario. Todo nos permite expresar la inmensa alegría que nos causa recibirlo y tenerlo entre nosotros. Porque todo el universo de ayer, de hoy y de mañana glorificado por Él se transfigurará al ser glorificado. 

    Así que Feliz Navidad a todos, en términos y coordenadas universales, y los católicos que no sean capaces de tener un corazón eterno como el de Dios, siempre pueden irse al Palmar de Troya. Ese paraíso puritano e integrista, con mucho de payasada y con no poca hipocresía religiosa a las espaldas. Pues dice el chiste que el Padre de la Gloria les construirá un corralito en el cielo para ellos en exclusiva, de modo que puedan seguir pensando que se salvan ellos solos. La misericordia de Dios que es infinita todo lo comprende y lo abarca. Podéis sonreír hermanos,  que hoy es Navidad, y no es día de llantos y penurias. Y hasta la fina ironía que quiere abrir las mentes y los corazones al amor divino y por ello universal: ¡Está permitida!. Un fuerte abrazo “pascuero” a todos. 

 

ADVIENTO 4

    Tener a Dios por Padre, ser su Hijo, produce en el alma de quien lo vive, una transformación interior singular. Brotan muchos frutos de esa experiencia y hoy quiero citaros cuatro partiendo de las Sagradas Escrituras propuestas para este día.

    El primero de los frutos, brota del segundo libro de Samuel. Tener a Dios por Padre y ser su Hijo muy amado abre tu vida al futuro como queda claro en el caso de David. Su linaje real se convierte en eterno y Cristo Jesús realizará dicha promesa. Cuando tienes a Dios por Padre, no existe nada que no sea la eternidad para ti. Nunca careces de horizonte. Nunca se acaba tu camino hasta alcanzar la meta de lo definitivo. No caminas hacia la nada jamás. El nihilismo no cabe en esa experiencia.

    El segundo de los frutos, nos lo muestra el salmo. La misericordia de Dios es una experiencia estable, eterna, para ti. Y esa convivencia con tal magnitud de amor lo cambia todo y abre tu vida a una alabanza continua. Pues no cabe en ella el miedo, ni la culpa sin remisión y menos aún la vergüenza venenosa.

    El tercero de los frutos nos lo muestra Pablo. Tu corazón se abre a todos los seres humanos sin matices ni excepciones. Todos caben en el corazón del Padre, y tú Hijo suyo, los miras a todos como a tus hermanos. Por eso no entiendo a los que desde la Iglesia católica braman contra el Papa Francisco, porque nos ha autorizado a bendecir a todas las personas. Pues todos tenemos la oportunidad de disfrutar del regalo de su amor aún cuando no siempre estemos a la altura de las circunstancias. Aún cuando la moralidad no siempre nos acompañe. Dios que no ama el pecado, pero siempre ama a los pecadores y nunca deja de buscar su salvación. Las ovejas perdidas no le son indiferentes. Quienes rechazan a Francisco y su iniciativa simplemente desconocen el verdadero rostro del Padre Dios y se comportan con los pródigos como hermanos mayores que se niegan a recibir al equivocado en casa, permitiéndole nacer de nuevo. Volver a la vida.

    El cuarto de esos frutos nos lo ofrece el Evangelio. Tener a Dios por Padre como su Hijo amado, inunda tu alma de Alegría y de Paz, te llena de Gracia, te convierte en un regalo para el mundo, te hace ver que lo imposible es posible para Dios, te convoca a una vida nueva y renovadora de los demás, te santifica y te glorifica porque su Santo Espíritu te habita, y El a Jesús Resucitado carne en ti. Es decir te hace vivir el misterio de la vida como una sorpresa continua. Y esa es la mejor medicina contra el tedioso aburrimiento. Vivir en plenitud, eso le ocurre a María. Sólo basta con escuchar su palabra y desear que ella se cumpla en tu vida.

    No os perdáis nunca esta experiencia. Si lo hacéis estaréis desperdiciando vuestra vida que podría ser mucho más abundante. Y no es lo mismo vivir que vivir en plenitud. Hay una diferencia de grado. Así que no te obceques y ábrete a esa nueva andadura. Merece mucho la pena.  No te prives de ello.

 

ADVIENTO 3

    Juan es un prototipo de la humanidad de todos los tiempos. Es alguien que vive apasionadamente su destino, pero que tiene muchas preguntas y dudas sin resolver, y aún así confía en que lo que hace no es algo absurdo. Y que no le importa discutir si es necesario con tal de seguir siendo él mismo. Juan es una voz que clama en medio del desierto, como la humanidad es una voz que clama en medio de este universo enorme en el que aún, ningún otro ser vivo como la misma humanidad, acaba de dar la cara. Juan es pura esperanza del que ha de venir a dar sentido al todo. Y la humanidad es la que, incluso cuando lo niega, aguarda eso mismo. La humanidad como San Juan, sin esperanza es imposible. Es una pasión pura en medio del no saber. 

    Por eso el mayor anhelo de la humanidad es recibir un Espíritu nuevo que cambie toda su vida para siempre. Su forma de pensar, de sentir y de actuar. El Espíritu es un principio creador constante, que hace que del caos nazca el cosmos y que de la nada surja todo. María lo experimentó y eso la llevó a cantar el Magnificat, esa canción que nace de una plenitud nueva, totalmente inesperada y sorprendente. El Espíritu, el alma y el cuerpo del hombre necesitan de un nuevo aliento. La humanidad anhela cantar con María el himno que el profeta desarrolla en su oráculo.

    Y la razón es clara: Cuando el Espíritu nos unge nos convertimos en buena noticia para los pobres, se curan los corazones desgarrados, se amnistía a los cautivos, se liberan a los prisioneros, la Gracia de Dios nos llena, desbordamos de gozo por el Señor, nos alegramos con mi Dios, sin que nuestra alegría dependa de como nos va la vida por este mundo, nos vestimos de salvación, la justicia se torna nuestro manto, y nos vestimos de fiesta como los novios en sus desposorios. El Espíritu nos hace dar frutos, nos llena de brotes como un jardín, vuelve nuestra vida un himno de alabanza. Un Magnificat sin fin. El Espíritu nos convierte en una constante oración, un diálogo sin fin con nuestro amado Dios. El Espíritu nos transforma en una Eucaristía perpetua. El Espíritu nos lleva a examinarlo todo y a quedarnos con lo bueno. El Espíritu nos mueve a guardarnos de toda clase de mal. El Espíritu nos vuelve irreprochables y nos santifica con su paz. 

    Cierto que no conocemos todo como Juan, pero no es menos cierto que entre nosotros hay uno que aunque pueda sernos desconocido nos puede iluminar con su Luz si creemos por medio de Él. Así que nunca cesemos de orar diciendo: Ven Espíritu Santo, todos y cada uno de los días de nuestra vida. 

 

ADVIENTO 2

    Si buscas consuelo, y verte liberado de todas tus miserias, el profeta te orienta claramente, vuélvete al pastor que cuida de sus ovejas con extremo amor y diligencia. El Señor Jesús, el Evangelio vivo que viene siempre, consuela y libera. En cambio la religión, en cuanto manipulación humana de lo divino, crea ansiedad en el alma humana con sentimientos destructivos como el miedo, la culpa y la vergüenza. La religión no libera, esclaviza. 

    Si buscas esperanza vuélvete al Señor Jesús que busca y quiere la salvación de todos. Jesús nos llena de paz con su misericordia inquebrantable, nos hace intachables, santos e irreprochables. La falsa religión nos vuelve peores personas, es impaciente con todos, simula la misericordia pero no la conoce, y lejos de llenarnos de esperanza, nos desespera porque parece que prefiere la condenación de la gente más que su salvación. Hablan más del infierno que del Reino de Dios. 

    Si buscas llenarte del fuego del Espíritu acércate al que lo da, que no es el AT, sino el Evangelio que es Jesús el Señor. Juan lo sabe bien. La religión no nos llena del Espíritu, nos llena de normativas y ritualismos. La autenticidad viste a Juan porque su vida está orientada a preparar los caminos al Señor. En cambio la religión lo que fomenta es la hipocresía. Las manipulaciones de lo divino que el universo religioso, desvinculado del Evangelio, no allana nada, no abaja nada, no sube nada, no prepara los caminos al Señor, nos aparte de Él. Juan es un crítico mordaz contra la religiosidad de su tiempo y por eso es tiempo de que superemos los enfoques que no nacen del Evangelio, sino de otras instancias, el profeta Isaias, lo ansiaba y Pedro lo está viviendo, la superación de un universo religioso extinto que no nos llena del Espíritu de Dios. No lo olvides, si buscas vivir en plenitud, el Evangelio es el mejor camino.

 

ADVIENTO I

    Hoy grita el alma humana a través de las Escrituras, con una fuerza inusitada, y su voz se transforma en un canto de oración intensa.

    Señor (dice el profeta), rasga el cielo y baja, y cambia todo lo que necesita cambiarse, en nosotros y en el mundo, cámbianos a todos con tu luz. Porque hay muchas cosas en nuestra vida y en el mundo que si siguen como van, nos van a abocar al abismo de la autodestrucción. Abrimos con gusto la puerta de nuestra vida, para que no llames más y entres porque sin Ti, estamos perdidos. 

    Señor ven (dice el salmo), restáuranos que brille tu rostro y nos salve. Porque muchas cosas en el mundo y en nosotros se han malogrado y estropeado. Necesitamos que nuestro alfarero nos haga de nuevo y nos recomponga, pues de lo contrario ni nuestra verdad, ni nuestra bondad, como tampoco, nuestra belleza, resultarán evidentes. 

    Señor derrama tus gracias en nosotros (dice el apóstol), porque esperarte no consiste en tener los brazos cruzados. Estamos llamados a colaborar contigo con nuestros talentos, pero nuestros pecados, no siempre nos lo permiten. Que tú nos perdones, significa que tú nos liberes para poder amar como Tú nos amas, impidiendo que la discordia acabe con la concordia.

    Señor encuéntranos velando (dice el Evangelio), porque si dormimos el mal que siempre anda despierto vence y lo echa todo a perder. Necesitamos VELAR para que en estos tiempos que vivimos, no se impongan las voluntades equivocadas que malogren la paz y el bien común de todos. 

    Si hoy grita nuestra alma, convertida en oración a través de la Palabra es porque la ocasión que vivimos nos provoca en lo más hondo un profundo descontento. El que tenga oídos para oír, que oiga.

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PURISIMA (HOMILIA EN EL PALMAR 8-12-2018)

 

    El Palmar no se entiende sin la Purísima. Este pueblo que fue una finca de un canónigo que legó su herencia a sus sobrinos, con las condiciones de salvaguardar las viviendas de sus aparceros y la de construirles una iglesia, fue una bandera discutida, que supuso un duro pleito de los Verástegui contra los Velez. Al final D.Juan de Verástegui se alzó con la propiedad y pudo salvaguardar los anhelos de su difunto tío Antonio presbítero canónigo de la Catedral. Gracias pues a D. Juan y a su primera esposa, El Palmar sigue estando donde está y sigue siendo como es. Sin ese matrimonio nuestro pueblo sería distinto y no tendría explicación, si es que no hubiese llegado a desaparecer presa de los intereses del Velez que quería apropiarse del lugar. De ahí, que El Palmar adquiriese el sobrenombre del “Lugar de D. Juan”. Y ello con toda la razón del mundo. Bien caro le costó a su linaje que durante dos generaciones fueron ninguneados por el poderoso Marqués de los Velez. 

    La vinculación de la familia Verástegui a los franciscanos les otorgó una enorme devoción por la advocación de la Purísima, que en aquellos años se encontraba en alza, como la labor diocesana, nacional e incluso ante la Santa Sede, de nuestro Obispo Trejo, puso de manifiesto. De ahí que por voluntad de D. Juan la Purísima ocupase el lugar que ocupa como Patrona de nuestro pueblo, y no solo como titular de esta parroquia. Su primera esposa Lucrecia, original de Montpellier, manifestó su deseo de que el copatrón fuese un paisano suyo: San Roque. Y bajo estas dos advocaciones devocionales de dicho matrimonio, quedó El Palmar amparado desde sus mismos inicios hasta hoy. 

    Es inexplicable que a día de hoy no exista en este lugar un monumento que conmemore a ese matrimonio sin el cual El Palmar no sería lo que es y como es. Ojalá y que alguna vez se subsane dicha deficiencia. 

    Con el tiempo aquella aldea singular por tener esta Iglesia aneja a la Catedral de Murcia desde 1615, se convirtió primero en Madre de todas las iglesias de alrededor: La Alberca, Santo Angel, Aljucer, Sangonera la Verde y la Seca, la voz Negra y San Ginés, que progresivamente se independizaron. Después se erigió en un centro industrial de primera magnitud y por tanto en un núcleo obrero muy importante anejo a Murcia. Por último pasados los años se ha transformado en sede de grandes instituciones sanitarias, múltiples servicios y en una ciudad dormitorio del cinturón metropolitano de Murcia.

    Si bien por este motivo hoy, esta población se ve expuesta a los problemas que una entidad urbana de estas características conlleva: masificación, despersonalización, desidia por lo propio porque solo la ciudad cuenta y mucho individualismo. Eso es mortal para El Palmar, porque con el tiempo corre el peligro de que solo le quede como propio el nombre. Pues sus costumbres, su carácter, sus tradiciones y hasta sus fiestas acabarán diluidas en un mar de anonimato donde solo nos preocupa salvaguardar nuestra intimidad, nuestra tranquilidad y poco más. Por ello no me cansaré de animar a los colectivos que trabajáis por impedir que esto ocurra. Pero os digo más: no caminéis por libre. Uniros todos por El Palmar. Pues como bien dijo una chica de entre vosotros: en la unión está la fuerza. 

    Además la ciudad dormitorio supone la mayoría de las veces la implantación del secularismo, debido al desarraigo de la población que la habita, procedente de otros lugares que nada tienen que ver con éste, y que vive fuera de aquí, la mayor parte de su tiempo profesional incluso de ocio y cultura. Si el mundo religioso ocupó un espacio en sus vidas, quedó atrás con la patria chica que abandonaron para venir a vivir aquí. Pues en la mayoría de los casos no es una experiencia religiosa profunda, la que ha caracterizado la vida de estos “nómadas” católicos por herencia cultural que no por convicción personal. Así que a todo lo que hemos apuntado anteriormente estas entidades urbanas aportan a las personas una desacralización de sus vidas. En estos entornos se existe, se trabaja para vivir y acaso para divertirse algo de cuando en cuando. Pensar resulta molesto. Porque nos cuestiona los motivos que tenemos para vivir. Por eso en estos entornos se suele optar por la frivolidad y la distracción pues así la ausencia de respuestas para las preguntas difíciles no duelen tanto. 

    Pero no por ello cesan las situaciones límite (los males físicos, personales, sociales, morales; los sufrimientos de toda especie y la muerte propia o de los seres amados), y estás siempre nos conducen a una encrucijada que Hegel definió de esta sencilla manera: “¿O Dios o la Nada?”. 

    Hoy que es la Purísima, celebramos a nuestra patrona que nos legó D. Juan de Verastegui allá por el siglo XVII. En esta fiesta ¿podemos encontrar una respuesta para esta pregunta difícil que el filósofo alemán nos dirige a los que habitamos esta ciudad dormitorio? La respuesta es afirmativa.

    María es la nueva Eva. Si Eva es madre de los hombres (Gen 3). María es madre de los hijos de Dios. Y su existencia proclama a gritos que el “Hecho humano y su universo acaban en Gloría”. Su Concepción Inmaculada es la puerta a su Asunción. La carta a los Efesios (1, 3-12) que hemos oído se cumple plenamente en ella. María está inserta en Dios y no en la nada. Totalmente inserta en el misterio de Dios. Nunca estaré de acuerdo con los que se empeñan en oponer a la Nazarena sencilla con la Theotokos. Porque una y otra son la misma. Pues la segunda incluye a la primera en el misterio de Dios y así nos incluye en él a todos. Este proceso de “divinización” de la Nazarena se produjo a lo largo de toda su vida humilde pero no por ello irrelevante.

    María cuando acepta ser nuestra madre porque su Hijo se lo pide al píe de la cruz se convierte en un Reflejo de Dios Padre. Porque está dispuesta como Él a perdonar a aquellos que matan a su Hijo porque no saben lo que hacen. Con este amor propio de Dios es con el que ella pisa la cabeza de la serpiente como en el Génesis se ha profetizado. Al mundo hay que salvarlo porque si vivimos como ovejas sin pastor solo encontraremos frustración, y no es ese el destino que el Dios que nos ama hasta el extremo quiere entregarnos si decidimos desposarnos con Él. María en nuestro nombre ha dicho “Hágase como dices” en el Evangelio de Lucas (1), lo acabamos de escuchar.

    María por estar llena de la Gracia de Dios y por aceptar convertirse en una Fuente Santa de Gracia para todos es Reflejo de Dios Hijo. Pues en su sí no ha quedado excluido nadie. “Todas las generaciones sin fin” cantarán sus maravillas si quieren. El canto del Magnificat proclama a las claras que María no excluya a nadie de la Gracia de Dios y de nuevo la Carta a los Efesios vuelve a cumplirse por ello en su persona. María no escatima de manera miserable al derramar su gracia, la derrocha. Pues los que la invocan no se tienen por perfectos. Basta rezar un Ave María para darse cuenta. Somos los pecadores los que necesitamos su auxilio, pues son los enfermos los que necesitan médico, no los sanos. 

    María cuando nos gesta en la Iglesia con su intercesión para hacer de nosotros “otros Cristos” llenos de Fe, Esperanza y Caridad es reflejo de Dios Espíritu Santo. Porque el Espíritu Santo (la Ruaj) es la alfarera que nos gesta en esta alfarería que es la Iglesia para nacer a la Vida Eterna aprendiendo antes a Vivir en Plenitud. Porque para vivir la Vida Eterna no valen los que desconocen las verdaderas fuentes del Vitalismo. No os remováis en vuestros asientos porque he llamado alfarera al Espíritu Santo. En hebreo su nombre es femenino: La Ruáj. El lado femenino de Dios que obra maravillas sin concurso de varón se percibe en la acción de la “Ruáj” en María y en la Iglesia. Aunque para algunos machistas la mujer sea un ser inferior, para Dios es uno más de los divinos perfiles de su sagrado rostro. Si bien si alguno quiere encontrar en esto un fundamento para crear con los sexos una supuesta lucha de clases anda muy errado. Porque en Dios lo masculino y lo femenino no son contrarios sino complementarios. De hecho en el mito del Génesis la ruptura de esta complementariedad es la causa de que el paraíso deje de serlo para pasar a ser mundo camino del infierno. Así que igual que María veló por los novios de Caná, hoy vela por nosotros, para que nunca se nos agüe o se nos agrie el vino de la ilusión por vivir. Y para que no vivimos desalentados pensando y sintiendo que “Todo es para nada”. Pues “Todo es para la gloria y la nada es pura apariencia”. 

    Si os dais cuenta María se convierte en un reto hoy para nuestra Parroquia que la tiene por Patrona. Porque si la llamamos nuestra Patrona es para que seamos cortados de acuerdo con su patrón. Pues eso es lo que han hecho desde siempre las costureras para realizar hermosos vestidos: ajustarse a patrones exactos. Así nos lo hizo ver un sacerdote hijo de este pueblo a muchos, tal día como éste, en la misa de la mañana y desde entonces no lo he olvidado. 

    Así que tenerla por Patrona significa que nuestra Parroquia debe estar inserta en Dios hoy, en medio de nuestro pueblo que  si ayer fue otras cosas, hoy es una ciudad dormitorio. En El Palmar actual nuestra Parroquia debe mirar a su pueblo con entrañas compasivas porque está integrado por ovejas sin pastor, y a este mundo hay que salvarlo porque hay que amarlo. Sin amarlo no se le puede salvar. En el Palmar del Siglo XXI nuestra Parroquia no debe excluir a nadie del encuentro con la Gracia de Dios, pues no es la Santidad la causa del acceso a la Gracia, sino el acceso a la Gracia lo que produce la Santidad. Sea pues nuestra Parroquia  para esta ciudad dormitorio, una Fuente Santa de Gracia para quien demande beber de las aguas vivas que de ella brotan. En éste nuestro Palmar de hoy, sea nuestra Parroquia un colectivo despierto al inmenso papel que la mujer desempaña sin el cual nada en ella funcionaría. Nuestra Iglesia mirando hoy a María Purísima, debe despertar en medio de esta ciudad dormitorio para invitar a todos a salir de su vida a medio gas. Esto supone hoy celebrar a nuestra Patrona.

    Así que tú Palmareño de hoy ¿Qué quieres ser? ¿Quieres ser nada? ¿O quieres ser hijo de María Purísima como Jesús el Cristo? ¿Dios o la Nada? ¿Qué quieres?. Roque lo tuvo claro. Fortunato también, y con ellos, muchos más. Quisieron ser hijos de María como Jesús. ¿Y tú qué quieres ser? ¿Quieres dormir o despertar?. Si miras esos ojos y te dejas traspasar por ellos te encenderás de Fe, Esperanza y Caridad, y serás divinizado, y la nada no podrá alcanzarte para siempre. 

    Para terminar ya solo me queda pediros a todos cuantos estáis aquí que os pongáis en pie para orar, vueltos a la imagen hermosa y antigua de nuestra patrona, ésta plasmación perfecta de la visión de la mujer vestida de sol que Juan el apóstol describe en su libro del Apocalipsis (12, 1-17). Uníos con el corazón a mi plegaría humilde:

“María, Purísima Concepción. 

Tú que engendraste y pudiste engendrar,

al mismo que te engendró:

¡No te olvides de El Palmar!

¡Pues desde 1615 te tiene por Patrona!

¡Te pido por ellos Señora!

¡Guárdalos en tu amor!

No dejes nunca que este pueblo tuyo

se transforme de ciudad dormitorio 

en cementerio, donde tus hijos caminen

perdidos como muertos en vida. 

Un día este lugar fue rico 

en olivares y en Palmerales.

Pues que todos sus hijos de aquí

puedan salir ese Domingo de Ramos sin ocaso,

que será la Jerusalén del Cielo,

con ramos y palmas en sus manos.

Para cantar todos juntos como una sola familia

las alegrías del Reino de Dios.

Que no falte ninguno Madre.

Ni siquiera el alejado, el agnóstico o el ateo.

Que todos puedan compartir tu gozo. 

¡Sálvanos María con tu intercesión misericordiosa!

¡Haznos eternos a todos en Dios, María!

¡Y que tu pie aplaste la cabeza de la nada 

Para que nunca pueda adueñarse de ninguno de nosotros!

AMÉN

 

¡VIVA LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN!

¡VIVA LA MADRE DE EL PALMAR!

¡VIVA NUESTRA PATRONA!

 

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HOMILIA 2º ADVIENTO (400 ANIVERSARIO) AÑO 2015 CICLO C

    La Palabra de Dios nos descubre quienes somos 400 años después de existir como una comunidad cristiana.

    1º. Nuestra comunidad es una fiesta pues nuestra meta es la gloria. Y nuestro futuro el mismo que el de nuestra patrona querida. Del mismo modo que su ser se ha revestido de la gloria de Dios, nosotros estamos destinados a alcanzar dicha plenitud. Todos los hijos de esta comunidad de ayer, de hoy y de mañana están convocados a ese hermoso destino. Nuestra comunidad es la reunión de todos ellos para alcanzar ese nuevo ser maravilloso, que nos lleve a participar de la vida divina, cuando Dios lo sea todo en todos. Por eso hacemos bien en hacer fiesta en este “cuatroccento” de nuestra comunidad parroquial. 

    2º. Nuestra comunidad parroquial es un trabajo constante que consigue hermosos frutos, aunque eso nos suponga sacrificios enormes. Cuatro mártires nos acompañan en nuestro caminar y nos muestran que el sacrificio da fruto. También lo muestra la vida de San Roque nuestro copatrono. Y la Vida de María Purísima también lo muestra. Sus siete dolores muestran a toda la Iglesia, que tanto amor termina en Gloria. Pues la Purísima es asunta a los cielos, y ella, como nueva Eva del género humano, alcanza lo que estamos llamados a disfrutar todos aquellos que aceptándola como Madre, nos abrimos al futuro de gloria que ella ya disfruta. Trabajar la fe, la esperanza y el amor, con esfuerzo y sacrificio produce en nosotros la hermosa cosecha de la Vida en Plenitud. 

    3º. Nuestra comunidad es la oración que no cesa y el amor que sigue creciendo sin cesar. Oramos y amamos ayer. Oramos y amamos hoy. Y es importante que oremos y amemos mañana. Este hermoso aniversario debe incentivar en nosotros el espíritu de oración y el amor fraterno. Para que las generaciones futuras puedan recibir la misma hermosa herencia que nosotros hemos recibido. María Purísima ha congregado a innumerables personas a su alrededor convocándolos a la oración y al amor verdadero. Y hoy lo sigue haciendo y lo seguirá haciendo mañana. Formamos parte de los que llegan a quererse muchísimo en Cristo Jesús. Por ello este aniversario debe despertarnos a todos para que nunca cesemos en permitir a Dios que siga con nosotros esta buena obra que El quiso iniciar con nosotros en Cristo. 

    4º. Nuestra comunidad que comienza su andadura en este lugar sagrado en 1615, como otros la comenzaron en otros tiempos, está llamada a ser una comunidad bautismal abierta a todos. Preparando caminos para que todos puedan conocer y gozar la salvación de Dios. Es una comunidad que debe enderezar sendas, rellenar barrancos, rebajar montañas, enderezar lo tortuoso, y allanar las asperezas para que todos puedan ver la salvación de Dios. Francisco nuestro Papa actual así lo enseña. Y este es el signo de los tiempos. El kairos que nos convoca en nuestro aniversario. María se ha empeñado en hacerlo, cambiando hasta la hora de su Hijo con tal de que unos novios en Caná puedan experimentar el sabor del buen vino de la Nueva Alianza. No podemos cerrar las puertas de la salvación a los demás convirtiendo nuestra comunidad en el reducto exclusivo de unos pocos, como si se tratara de un club clasista de unos pocos selectos. Eso no ha sido nuestra comunidad y tampoco debe serlo ahora. Los libros bautismales lo prueban. 

    Así que feliz aniversario hermanos. Y que tras estos cuatrocientos años Dios nos permita seguir siendo la fiesta que somos, nos permita seguir trabajando para alcanzar la mejor de las cosechas. Que Dios nos permita seguir orando y amando más y más. Seguir abriendo puertas para que todos los que hoy viven y los que vendrán mañana puedan disfrutar la Salvación que Cristo nos regala. Si es así la celebración de este hermoso aniversario habrá merecido la pena. Y ahora marchemos hacia nuestra Iglesia madre, Santa María, la Catedral, acompañando a la Purísima, a San Roque y al Beato Fortunato y sus compañeros mártires, y que Dios nos permita seguir hoy y mañana dando gracias como María por Dios nos llena de Gracia y del mismo modo nos conceda poder hacer lo que Cristo nos enseña, diciendo con María: Hágase en mí según tu Palabra. 

    

 

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